Permiso para ser imperfecto

Yo –marca– confieso que he pecado mucho...

De pensamiento, las veces que subestimo marcas aparentemente insignificantes, que dentro de sí esconden un infinito potencial, trazándose cada día un firme camino de grandeza para revelarlo ante el mundo. Las veces que sobreestimo marcas renombradas, al lado de las cuales creo que seré visto con más prestigio, pero cuyos valores acaban siendo distintos a los míos. Las veces que envidio a mis competidores, creándome miles de ellos a mi alrededor, sin detenerme a admirar mis propias virtudes y fortalezas.

De palabra, las veces que he prometido y no he cumplido. Las veces que, sintiéndome a la defensiva, he atacado sin piedad a quienes me hacen ver mis fallas. Las veces que saturo a mis seguidores con promociones, o los fastidio con mis quejas, en lugar de brindarles contenidos útiles para su beneficio. Las veces que he dicho que "Sí", cuando tenía que decir que "No".

De obra, las veces que mi producto o servicio no resolvió aquella necesidad para la que fue comprado o contratado. Las veces que he sido impuntual. Las veces que tercamente me he concentrado en áreas que no manejo, desconcentrándome de la mía. Las veces que he despreciado apoyos y obras de otros. Las veces que mi obra han estado en contradicción con mi palabra y mi pensamiento.

De omisión, las veces que no cuidé cada detalle y me confié de mi ego. Las veces que me pareció más "diplomático" echarle tierrita a mis errores en privado que retractarme en público. Las veces que no he hecho seguimiento al producto que ya vendí o al servicio que ya presté. Las veces que me callo y dejo de comunicar, tanto las buenas como las malas noticias. Las veces que he dicho que "No", cuando podía decir que "Sí".

Soy una Marca, soy humano. No lo hago todo bien. Tampoco lo hago bien todo el tiempo. Por eso me jode la existencia que un tal Manuel Jirado ande por ahí dictando talleres, para decir que un solo error jode toda la marca, que ser incoherente jode mi imagen de marca, que debo cuidar que hasta mis mocos tengan el color y el sabor de mi marca... ¡Dioooossss! A lo mejor nunca se ha equivocado, o nunca se ha caído.

Creo y siento que ser imperfecto no me hace malo, mientras mi esencia y mi propósito sean buenos. Ser imperfecto es quizás la mejor o la única forma de esforzarme para intentar ser perfecto, pues si ya lo fuera, nada tendría que hacer, hasta que no hacer nada me haga volver a la imperfección.

Mi marca imperfecta es una perfecta dicha, cuando lo que hago cambia el mundo y cambia vidas, dejando una huella positiva en la gente. Así lo haya hecho con tropiezos, si logré el resultado que quería (sin llevarme a nadie por delante), el fin justifica los medios. Hay marcas que se estresan tanto cuidando la perfección del proceso, que luego ese estrés imperfecciona el resultado. Y ese mismo afán de perfección muy a menudo suele derivar en un instinto de perversión, alterando la esencia y el propósito de esas marcas por algo que esas marcas no son.

Soy una marca perfecta, cuando aún con mis imperfecciones sigo siendo yo. Llego a un punto de la historia, en el que algunas de mis incorregibles "travesuras" (mientras no pasen de ser solo eso) ya se hacen parte reconocible de mi personalidad. Sé que dejar de perfeccionarme me haría mediocre, como dejar de ser imperfecto me haría aburrido; mas también creo que quienes me quieren por lo que soy, son igual de sinceros y tienen igual razón que quienes se alejan decepcionados por lo que no soy. ¡Yo me acepto y me amo así! Ya si luego hay gente que me acepte y me ame, fino, y si no la hay, fino.

Perfecto es entender que somos realmente imperfectos, cuando nos negamos rotundamente a admitir y corregir en lo posible nuestras imperfecciones, o cuando nos preocupa más ser perfectos para los demás que ser felices para nosotros mismos. ¡Date a Valer!

Comentarios

Entradas populares