Tentar al futuro con el corazón



La vida es un permanente juego entre versos y adversos, renuncias y renuencias, razones y corazones. Siempre se apuesta bajo muchísimos riesgos, y es quizás esa constante sensación de vértigo lo que hace más animado nuestro paso por este plano. Nunca en las casi tres décadas que llevo construyendo mi Marca personal, había apostado tanto ni con tantísima fe como durante estas dos últimas vueltas al sol, y cada día pierdo más el temor a perder, pues hasta ahora siento que –de distintas maneras– las he ganado todas.

Eso sí, no se puede ser profesor sin antes haber sido alumno. Ningún gran proyecto transforma el tiempo ni el espacio de la humanidad, sin antes transformar el íntimo universo de sus impulsores. Cuando definí como objetivo superior del proyecto didáctico #DateAValer “Cambiar al mundo a través del Branding”, sabía que tocaría muchas existencias, pero ni remotamente avizoraba cuánto ni de qué modo le daría el radical vuelco que en efecto le ha dado a la mía.

#DateAValer es mi proyecto de vida, no solo por haberme hecho visible en un campo profesional donde antes casi nadie me veía, o por ser la fuente de sustento con la que reemplacé mis cómodos trabajos en agencias de publicidad, o por permitirme descubrir seres tan extraordinarios y establecer contactos tan valiosos: En este tiempo me convertí en papá de una hermosa muñeca, Alejandra Chiquinquirá. Despegué del amoroso calor de mi nido materno, para encender con esa misma llama los valores de la nueva familia que estoy formando.

Desafié la realidad de mi país y lo recorrí en buses sin repuestos, sorteando carreteras deterioradas e inseguras, dando gracias a Dios porque conseguía pasajes... Pero esa temeraria apuesta me premia en los ingeniosos emprendimientos que nuestra asesoría ayuda a enfocar; en aquellos valientes emprendedores que, inspirados por esos tres colores y esas ocho estrellas que cierran cada edición de nuestro Taller de Marcas, vencen la tentación de la diáspora y deciden quedarse a echarle bolas; en esa grandeza que Venezuela aún transpira desde su esencia, que se delata ante mis ojos con sus más hermosos paisajes, y ante mi corazón con sus más nobles manos.

Arriesgué mis convicciones, apostándolas frente a otras con vigencias más largas y paradigmas más enquistados. Enfrentamos primero rechazos y prejuicios; luego envidias y zancadillas. Sobre la marcha nos hemos erigido como un marco conceptual, una plataforma de difusión y un modelo de negocio, que respeta mas no imita las bases asentadas por otros, porque nuestra ambición es asentarnos sobre nuestras propias bases, ser creadores de contenidos y no simples multiplicadores, crecer con nuestro talento sin aprovecharnos del de los demás. Porque sabemos que valdremos más mientras seamos más genuinos.


Han pasado ya dos años desde aquel décimo Refresh Maracaibo que nos vio nacer sin propósito aparente. Comenzamos con una conferencia, así como quien quiere y no quiere. “Máximo 8 ó 10 presentaciones y hasta ahí”, nos decíamos. No obstante, ese “como quien quiere y no quiere”, ese “veamos qué sucede”, entrañaba en secreto la ilusión de ver esto llegar lejos.

Y precisamente, esta vuelta al sol que hoy estamos arrancando, me recuerda cada 31 de diciembre cuando a 10 minutos para la medianoche me pongo a escuchar Color Esperanza de Diego Torres: Llevo dos años tentando al futuro con el corazón, tercamente empecinado en Seguir hasta Triunfar, y clarísimo en que después de Triunfar no me queda más apuesta sino Seguir.

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