¿Por qué los volantes no sirven?


Hombres: ¡Seamos sinceros! ¿Tomaríamos un volante publicitario por alguna otra razón que NO sea porque nos lo está entregando una modelo tipo Diosa Canales o Yisela Avendaño?

Debemos admitir que están bien buenas... ¡Perdón! En realidad quise decir que debemos admitir que durante años fuimos archienemigos de los volantes, panfletos, flyers o como los conozcas, por criterios netamente ecológicos. Demasiado desperdicio de papel, tinta y energía, para terminar en la basura, porque no es ningún secreto que muy pero muy poca gente los lee, y muchísimo menos los guarda.

No obstante, los volantes (al igual que las tarjetas de presentación, las cuales son mucho más económicas y efectivas), siguen siendo una forma ágil de mostrar nuestras marcas a potenciales clientes, sin el protocolo además riesgoso de sacar en sitios públicos el smartphone o la tablet (so pena de que en el sitio no haya wi-fi, o que se caiga la señal de datos de la operadora telefónica).

Un volante bien diseñado debe ser una fuente de información básica sobre tu marca y lo que ofreces a través de ella, remitiendo al lector a referencias físicas o digitales, que le permitan posteriormente y con más tranquilidad conocerte mejor. Directa, con un diseño impactante y a la vez limpio, así como una redacción que inspire pero a la vez que llame a la acción.

Aún así, el solo entregar ese volante es insuficiente, mientras las marcas sigan empeñadas en que es el centro de la estrategia, cuando no es más que un simple material de apoyo. El acto de repartir volantes a diestra y siniestra es el equivalente del spam en el mundo offline, si no es protagonizado por una cálida, amena e interesante CONVERSACIÓN entre quien los reparte y quien vaya a recibir uno. Es como el broche de oro al cierre de esa conversación, abriendo la posibilidad de ampliarla en otro momento y lugar. El volanteo es una de las pocas actividades en las que una marca tiene la preciosa oportunidad de verse la cara frente a frente con sus públicos, escuchar sus expectativas, y contarles en qué podemos serles útiles.

En cuanto a las tarjetas de presentación: Este año me estrené como profesor de Branding en el Programa Avanzado de Emprendimiento de un prestigioso instituto en mi ciudad. Cuando le pedí a los participantes que me mostraran sus tarjetas de presentación, solo uno lo hizo, pues del resto ninguno tenía. Otro participante dijo que "eso ya no hace falta, ahora simplemente doy mi teléfono, que me agreguen en WhatsApp, y por allí le paso el resto de mis contactos". Ciertamente, también existen las BusinessCards, las cuales consisten en el escaneo de un código QR que permite el acceso a una página web donde aparecen todos nuestros contactos físicos y digitales. La ventaja de las BusinessCards es que no dependen de ninguna aplicación, por lo que al tratarse de una página web se puede ingresar a ellas desde cualquier dispositivo móvil con acceso a internet, sin importar el sistema operativo. Aquí por cierto puedes ver la mía.

Pero al menos yo considero que ambas modalidades (física y digital) son igual de importantes, por las mismas razones que los volantes. En mi caso, me siento literalmente desnudo cuando salgo a la calle y olvido mis tarjetas en casa, pues uno nunca sabe con quién se encontrará y qué oportunidades sociales o de negocios se pueden perder si esa otra persona no se lleva nuestro pedazo de cartulina. Por otro lado, los medios clásicos deben reinventarse, y existen muchas maneras de impactar con una tarjeta creativa, o con un mensaje inspirador. Suelo inclinarme más por obsequiar marcalibros, pues son más utilitarios y tengo varios con frases y colores diferentes. Por supuesto, dentro de nuestra estrategia de Cross Media*, las tarjetas físicas deben tener como valor agregado sus coordenadas digitales, o incluso ganchos que atraigan a quienes las reciben a entrar en tu mundo online (un e-book gratis, un webinario gratis, un video, o un blog con artículos como este que estás leyendo).

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Cross Media: Cruce de Medios. Es cuando en tu comunicación analógica enlazas al público hacia tus canales digitales, y en tus canales digitales haces mención de tu presencia analógica. Por ejemplo, si te entrevistan en un programa de radio, invitar a los seguidores de tus redes sociales a que te escuchen, y luego desde el programa invitar a los oyentes a seguirte en tus redes sociales.

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