Se murió el Hombre-Orquesta



Cuenta la historia que una vez en el liceo, y después en la universidad, y después en sus empleos, un pana ciertamente muy brillante quería que sus trabajos quedaran perfectos. Creía ser "todopoderoso", y que sus herramientas eran suficientes. El orgullo no le permitía aceptar ninguna ayuda de sus compañeros, y su concepto de liderazgo se limitaba a decirles: "tranquilos, no se preocupen ni se estresen, yo me echo todo al hombro".

Salía el sol del día de la entrega del trabajo. Mi pana pasó toda la noche sin dormir. Sus compañeros preocupados lo bombardeaban por el teléfono, él se negaba a responderles para no estresarse más. El trabajo había que entregarlo a las 8, eran las 9 y apenas estaba recogiendo las cosas para bañarse, vestirse y salir disparado.

No se pudo bañar completo, lo agarró un choque que provocó tremenda cola en la autopista, y para colmo la computadora donde iba a imprimir el trabajo al llegar no quería reconocer su pendrive. "Ley de Murphy" o "sala'era", como lo quieran llamar; al final nuestro terco superhéroe, al borde de un colapso mental o de un infarto, logró cumplir el compromiso en la rayita.

Pese al esfuerzo, al sufrido y sacrificado esfuerzo, el triunfo no fue completo. Un 18 de nota, o un cliente que quedó satisfecho pero no como para volver a encargar otro trabajo, hace que mi pana entre en una depresión post-estrés y en una reflexión post-depresiva: ¿Por qué? ¿En qué estoy fallando si soy excelente? ¿Qué me falta pulir si sé hacer de todo?


Sucede que a medida que adquirimos y perfeccionamos más destrezas, más tareas asumimos, o queremos asumir, o creemos que podemos asumir. La noble intención de quedar bien parados siempre estará allí. Pero nuestra eficiencia tiene un límite, luego del cual es casi seguro que quedaremos mal, o alcanzaremos los objetivos de forma corriente, sin haber exhibido todo lo brillantes que somos, y sin haber entregado el 100% de nuestro poder (leer el Principio de Peter).

Ya nos dice la sabiduría popular que "quien mucho abarca, poco aprieta". ¿Qué sucede cuando quieres vender todos tus talentos al mismo tiempo? Te sale (o mejor dicho, te creas) un ejército de competidores, lo cual te obliga a multiplicar el tiempo que inviertes tanto en monitorear sus movimientos como en investigar las últimas tendencias de cada área; así como debes invertir más dinero en mantener actualizadas tus armas de trabajo para mantenerte a la par o por encima. ¿Y más o menos en qué momento del día trabajas?

Por eso, una parte importantísima de nuestro Branding es definir tu Área de Valor, aquello que te apasiona, aquello en lo que creas que no hay nadie en el mundo que lo haga mejor que tú, aquello con lo que desees que tu público identifique y recuerde tu marca, y –claro está– que comercialmente sea factible. Entre ser bueno en muchas áreas, y ser el mejor en una sola (dos o máximo tres), yo prefiero lo último.

Entiendo que a veces lo que nos lleva a actuar como el Hombre-Orquesta, es el acechante temor de que algún cliente recurra a otro proveedor en aquellas áreas que nuestra marca no cubre, pues ese proveedor puede aprovechar para meterse por las ramas hasta tumbarnos el cliente. Tus temores y celos son una respuesta a tus propias carencias, y es probable que estés intentando solapar la desconfianza de ti mismo desconfiando de tu mercado.

Cierto, debes ser realista y no ofrecer más de lo que puedes. Es una total locura que un médico pretenda competir contra una clínica, o un abogado contra un bufete, o un publicista contra una agencia. Ey, pero ser realista no significa ser conformista. Una vez mi madre me preguntó: "¿No te da miedo que (el proyecto didáctico) #DateAValer se te convierta en un monstruo, y tú te sientas como un palito frente al mundo entero?" Yo le respondí: "Bueno, si a esas vamos, Simón Bolívar también era un 'palito' y liberó cinco países".


Un pequeño detalle: Bolívar no hizo eso solo. Contó con un ejército, hizo pactos y buscó rodearse de los mejores. Ningún gran líder o gran marca ha llegado lejos sin ayuda, y en estos tiempos de globalización menos. Abre tu mente, echa a un lado tus orgullos y prejuicios. deja de ver enemigos en todas partes. Si eres astuto, comprenderás que te conviene mucho más sumar y multiplicar, que restar y dividir. Júntate con colegas o afines con quienes tengas ideales, valores y pensamientos en común. Complementa tus servicios, tus saberes y tus contactos con los de otros.

Un Hombre-Orquesta no pasa de ser una atracción en una plaza. Gustavo Dudamel, con los chamos del Sistema, se come el mundo entero. ¡Date a Valer!

Comentarios

Entradas populares