El que no crece, perece



Sin querer sonar a documental de Discovery o de NatGeo, o a libro de bachillerato de Serafín Mazparrote (ups, se me cayó la cédula), la biología nos demuestra que cada nuevo humano llega a este mundo, únicamente cuando los nutrientes que le proporciona su madre a traves del cordón umbilical ya no son suficientes para su normal desarrollo.

Crecer, más que sentirnos con derecho a llegar de la rumba a la hora que nos dé la gana, o presumir que ya tenemos presencia internacional, es una imperiosa necesidad de la cual depende drásticamente nuestra supervivencia. La embriagante comodidad que nos proporciona un status quo, llámese éste "vivo de mis padres", "quince y último" o "ya llegué a mi top", es la peor enemiga de cualquier marca personal o corporativa, que desee trascender en el mundo y en la historia.

En el caso del primer tipo de marcas ya mencionadas, no hay nada más peligroso que sentirse uno en el cénit de su trayectoria y hacerse llamar "gurú" o "experto". Contemplar sólo lo que nos conviene de nuestro entorno, bajo una visión tradicionalista que en un momento puede funcionarnos muy bien pero no siempre será así, es negarnos a millones de nuevas oportunidades y enriquecedoras experiencias.


Respecto a la segunda clasificación, muchos creen que crecimiento es sinónimo de prosperidad. Si algunas de las marcas venezolanas más pesadas se están expandiendo con éxito hacia otras fronteras (Polar, Banesco, Sambil, Farmatodo, Locatel, Saint, A2), no es precisamente porque nuestra economía se encuentre boyante –todos sabemos muy bien que NO lo está– o porque ya seamos una potencia mundial. Si Chávez no hubiese expropiado el casi terminado Sambil de La Candelaria en Caracas, dificulto que la cadena de la familia Cohen decidiera construir en Santo Domingo, Curazao y Madrid.

Es una moda muy recurrente –sobre todo en ciertas agencias de Maracaibo– darse bomba con supuestas sucursales en Caracas, Río de Janeiro, Aruba, Miami o Bogotá. Existan o no en realidad, las marcas que recurren a este artilugio no lo hacen por ninguna casualidad, sino porque están perfectamente conscientes de que eso vende en un mercado local muy faramallero, que come demasiado de la vanidad y prejuzga según las apariencias, sin antes haber probado con propiedad la calidad del producto o del servicio.

Hablando desde mi ámbito particular, exhibir la resonancia nacional que el proyecto didáctico #DateAValer ha logrado en menos de un año, no es asunto de vanidad. Es lógico que al divulgar lo que he hecho en la capital, o en la productivísima gira que hace días emprendí por Paraguaná, muchos en Maracaibo se impresionen, y muchas puertas elitescas se me abran. Sin embargo, pobre de mí el día que determine que #DateAValer ya cumplió su ciclo y que ya dio todo lo que tenía que dar. A Mandela (o Morgan Freeman desempeñando su papel en Invictus) le dijeron lo mismo sobre el equipo sudafricano en el Mundial de Rugby, a lo que respondió: "Todavía no lo han dado todo. Este país tiene hambre de grandeza".


Por ello, al hablar de crecer, no me refiero solo a expandirnos física o geográficamente. Crecer es una opción de vida, quizás nuestra única opción. Crecer, más que cuestión de cantidad, es cuestión de calidad. Crecer no es un tema de tamaño, sino de superarnos, perfeccionarnos y evolucionar todos los días, mientras nos mantengamos fieles a nuestra esencia, principios y valores. Y nuestro crecimiento no debe circunscribirse o supeditarse de forma exclusiva a lo financiero: Si decides crecer, es para hacerlo en TODOS los aspectos de tu ser.


¿Quién no se aburre de quedarse en un mismo lugar? ¿Qué sería hoy de McDonald's si hubiese permanecido en el mismo tarantín de la Ruta 66 de San Bernardino, California? ¿Qué sería hoy de Cobeca si se hubiera enclaustrado tras sus míticos atlantes de mármol en la Plaza Baralt de Maracaibo? ¿Dónde está hoy aquella renombrada Comercial Chichilo que se rehusó a abrir sucursales? Crecer es siempre una genial aventura donde comienzan muchas nuevas aventuras. Cada nueva etapa, o cada nuevo territorio que conquistamos, es un nuevo aprendizaje que hace más colorida nuestra existencia, y más rica nuestra historia.

Gustavo Aguado, líder de un extraordinario ejemplo de marca que nunca deja de crecer, suele decir: "El hombre que no cabalga con los tiempos, está escribiendo su propio epitafio". ¡Date a Valer!

P.D.: El título de este artículo se lo debo a quien puso en mi norte crecer en este maravilloso mundo del Branding. ¡Gracias Papá!

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