Efecto Resorte
A
diferencia del refranero popular que aconseja "pa'trás ni pa' coger
impulso", yo sí considero que de vez en cuando es necesario volver a los
inicios, o quizás no tan atrás. Sobre todo cuando el camino que venimos
trazando no nos convence mucho, o cuando sentimos que ese camino se está
distorsionando.
En
el ciclo de vida de cualquier marca, siempre habrán altas y bajas. Si somos
inteligentes, las bajas serán nuestras mejores oportunidades para revisar,
reformular y reinventarnos. Muchas veces no nos damos ese break, principalmente
por el miedo a quedarnos atrás, por la terrible sensación de que nos estamos
perdiendo de todo lo que pasa. Eso se llama FOMO (Fear Of Missing Out), y
muchos psicólogos lo califican como "el síndrome del siglo XXI". El
FOMO se asocia mucho con las Redes Sociales, pero también afecta al mundo no
digital. Como marcas a veces queremos estar metidos en todo, y nos sentimos
fuera de onda si vemos que otros están donde nosotros no. No podemos dejar
pasar un día sin publicar nada porque los demás siguen dando de qué hablar.
Queremos estar en las redes donde está "todo el mundo", sin tener
puta idea de si esa red nos lleva o no a nuestro propósito. Parece que la
sociedad nos impusiera mantenernos en la palestra, cuando en realidad quienes
nos presionamos somos nosotros mismos.
En
tu ciudad pueden haber en este momento muchos personajes o empresas que están
de moda y son los invitados que todos quisieran tener en sus eventos, pero
recuerda que toda moda es pasajera. A veces toca parar todo por una breve temporada
para recargar baterías y volver con nuevas glorias, porque el día a día nos desgasta.
A veces toca tomar nuevos rumbos (de carrera o de país), y eso no te hace un
fracasado social. Fracasan tarde o temprano esos ídolos de barro que se empeñan
enfermizamente en construir espejismos, comunicando unos sentimientos por estos medios mientras en la calle practican otros.
Hace
algunos meses, el filósofo y escritor italiano Umberto Eco encendió la polémica
con estas declaraciones: “Las redes sociales le dan el derecho de hablar a
legiones de idiotas que antes solo hablaban en el bar después de un vaso de
vino, sin dañar a la comunidad. Ellos eran silenciados rápidamente y ahora
tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel. Es la invasión de los
necios (...) La televisión ha promovido al tonto del pueblo, con respecto al
cual el espectador se siente superior. El drama de Internet es que ha promovido
al tonto del pueblo al nivel de portador de la verdad”.
Yo
mismo en esa ocasión lo critiqué, pues si un logro maravilloso han tenido las
redes sociales, es la democratización del derecho que todos tenemos a brillar,
a que nuestros talentos sean visibles y reconocidos. Mas viendo ciertos
comportamientos en las últimas semanas, le encuentro sentido y razón: Ahora
cualquier persona con más de 10.000 seguidores en Instagram se cree un influencer. Ahora muchísimos se creen coaches y gurús, y hay coaches y gurús para casi
todo. Ahora todo se aprende por tutoriales y listas de 5 ó 10 cosas que debes o
que no debes hacer. Ahora muchos se creen dueños de la verdad absoluta. Lo peor
es que hayan multitudes que idolatren a esos "expertos", inflándoles
los egos con sus likes, compartidos, retuits y reposts.
Es
innegable que las redes sociales han cambiado nuestra forma de expresarnos. Las
redes existen para opinar, no para imponer normas que nos hagan sentirnos
fracasados si no las cumplimos. Existen para reflejar y contar quiénes somos,
no para construir fachadas ni para convertirnos en actores de un reality show
donde hacemos cosas buenas porque y para que la gente nos vea.
El
colega Yimmi Castillo escribió un artículo sobre el Ego-branding, una tendencia
a mostrarnos perfectos todo el tiempo, hasta el punto de perder espontaneidad y
personalidad. Eso no es lo que predico a través del programa de capacitación
empresarial #DateAValer con su Principio No. 1 "Todos somos Marcas".
Este principio se refiere a organizar, pulir y comunicar efectivamente todo lo
que somos y todo lo que tenemos, así como lo hacen las marcas grandes y
reconocidas. Pero no falta su errónea interpretación por parte de esnobistas,
ególatras, y gente superficial que vive de las apariencias.
Es
en este punto donde toca aplicar lo que he llamado “Efecto Resorte”. Cuando
salí al ruedo hace 3 años con #DateAValer, no me costó mucho brillar en un
mercado contraído sobre todo por el estancamiento que ha venido sufriendo la
industria publicitaria tradicional, no solo por la situación económica venezolana,
sino a nivel mundial por el ego inflado de muchos de sus creativos y estrategas, lo cual los
ha desconectado de la realidad de la calle. Ahora todos quieren
brillar, pues hay un diluvio de profesionales que están hablando de los mismos temas que mi esfuerzo logró
posicionar, y ciertamente me enorgullece que esto se multiplique.
Mi
premisa como marca es nunca buscar estar ni por encima ni por debajo,
simplemente buscar diferenciarme, y la forma más inteligente que encuentro es midiendo
mi propio ritmo de avance respecto al ritmo de mi entorno: Cuando el mercado va
caminando, la mejor estrategia para diferenciarte es correr. Cuando el mercado
va corriendo, tu mejor diferenciación es caminar. En este último caso, no dejas de avanzar, solo lo haces con más sabiduría y disfrutando lo bello del paisaje. El “Efecto
Resorte” consiste entonces en saber cuándo contraerte, y luego cuándo
dispararte con mucha más fuerza que antes.
Por
eso no te alegres si algún competidor lleva mucho tiempo callado en sus redes
sociales, o no da ninguna señal de vida. Preocúpate, porque puede que esté de
bajo perfil preparando su mejor golpe. Y si definitivamente desaparece del
mercado, preocúpate más todavía, porque al tener menos referentes con quienes
medirte, no sabrás hacia dónde avanzar, perderás el afán de innovar, te
estancarás, y a la larga tú también desaparecerás.
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