Tres Raíces: Ogilvy


En lo particular, soy de quienes predican que si sigues senderos trazados por otros, nunca trazarás el tuyo propio. No obstante, también debemos tener claro que ninguna marca es químicamente pura, pues nuestra esencia recoge un poquito de la esencia de cada marca que ha pasado por nuestras vidas. Al final del día, lo que hace diferente a una marca del resto, es la manera personalísima como catalice esas esencias recogidas.

Parte de los símbolos sentimentales que inspiran a una marca, son sus mentores, esos personajes que se labraron su lugar en la historia humana porque se negaron a hacer las mismas cosas que los demás, atreviéndose a hacer cosas que nadie más haría. Verdaderos Revolucionarios (con “R” mayúscula), entendiéndose como tales a quienes rompen todas las reglas establecidas no para imponer las suyas, y quiebran el predominio de todos los sistemas de poder no para afincar el suyo, sino con el sincero propósito de lograr una sociedad justa y realmente libre.

Cualquier marca puede tener su “árbol de tres –o más– raíces”. Una de las tres raíces de este movimiento llamado #DateAValer, llegó a mis manos como regalo de mi papá, una mañana de octubre de 2003. Recién empezaba mis estudios universitarios de Publicidad y Relaciones Públicas cuando leí por primera vez Confesiones de un Publicitario, el libro que me enamoró definitivamente de mi carrera.

Su autor, David Ogilvy, plasmó las vivencias que colmaron los primeros 15 años de Ogilvy & Mather, en la actualidad un gigante global de la comunicación de marcas (fundó la agencia en 1948 y escribió el libro en 1963), convirtiendo esas anécdotas en una referencia imprescindible para quienes deseen abrirse paso en esta profesión.

De Ogilvy admiro el ímpetu con el cual hizo respetar la industria publicitaria y a los publicistas. Su primer contacto con el medio fue muy joven, vendiendo de puerta en puerta las cocinas AGA. Fue allí donde conoció su arma más efectiva: El Marketing Directo, o como yo lo llamo, la comunicación “aguas abajo”. Sostuvo que las formas de hacer publicidad podrán mutar con las tecnologías, pero la venta cara a cara nunca pasará de moda. Gracias a su ejemplo, me concentro cada vez más en mis boletines semanales, en mis correos, y en mis visitas a los eventos donde esté el público que me interesa.

De sus frases, comparto las que más me han marcado:
El valor del trabajo: “¿Para qué compra un perro guardián si va a ladrar usted mismo? Nunca compita con la creatividad de su agencia” “Ningún anunciante se hizo más rico pagando poco a su agencia. Pague con manís y recibirá monos”.
El respeto al público: “El consumidor no es un idiota, también puede ser su esposa”.
Honestidad y Simplicidad: “Nuestra industria está llena de tontos que intentan impresionar usando una jerga pretenciosa”.
Coherencia: “Nunca escriba un aviso que no le mostraría ni a su propia familia” “Un buen anuncio es aquel que vende el producto sin atraer la atención hacia sí mismo”.
Ser auténticos: “Nadie ha podido construir una marca imitando a otra” “Aquellas marcas creadas para gustarle a todos, son marcas que acaban sin ninguna personalidad”.
Disfrutar lo que haces: “Las mejores ideas vienen como chistes. Haz tus pensamientos tan divertidos como puedas”.
Perfeccionamiento constante: “Nunca dejes de ensayar, y tu marca nunca dejará de mejorar”.




Comentarios

  1. Los consejos son aplicables a lo largo del camino emprendido por cualquier marca, no importa en cuál nivel de la escalera se encuentre.
    Que buenas raices.

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